Donald Worster se dio cuenta ya en 1988 que los historiadores les costaba entender que sus narraciones profesionales debían corregir el rumbo. Según Worster, la historia debía abandonar sus anteriores patrones de "reconstrucción" histórica, que pusieron énfasis, entendibles por cierto, sobre la historia política basada de manera progresiva en el origen y consolidación de los etados-nación, las luchas políticas relacionadas, las reformas y revoluciones, etc. y empezar a darle lugar a una historia de las historias, a la historia ambiental. A partir de la llegada de los primeros estudios sobre el impacto humano sobre la naturaleza, un historiador debía empezar a asumir toda la gama de interacciones humanas, tanto intelectuales como materiales, con el mundo natural a lo largo del tiempo. La nueva historia ambiental se ocupa también de cómo han percibido los humanos el mundo natural y cómo han reflexionado acerca de su relación con ese mundo más que humano. Worster sabía a la perfección que sin una historia semejante toda política futura estaba destinada al fracaso. Urge una comprensión más plena del ascenso de la conservación y del ambientalismo en todo el mundo, y Worster fue uno de los pioneros en proponer un cambio en cómo hacer historia. Parafraseando a Worster, no es suficiente con el partido falopa poniendo el cuerpo a las consginas (encima obsoletas y demagógicas), tampoco basta con la capacidad técnica . Necesitamos pensar de manera profunda sobre nuestro lugar en la naturaleza, y necesitamos llevar a cabo ese pensar con la ayuda de la historia y de las humanidades. No necesitamos más análisis economicistas que digan lo de siempre, el capital es el problema, necesitamos un análisis más profundo que nos haga entender la incidencia de nuestras instituciones sobre el ambiente; que nos acerquen no a una mera conciencia de clase, sino a nuestra condición de seres vivos que influimos sobre la naturaleza, pero somos a su vez determinados por ésta. En definitiva, lo que dice Worster es revolucionario en términos humanos y naturales, es lograr que aprendamos de nuevo sobre nuestro hábitat, sobre el lugar donde vivimos, única forma abandonar no solo la alienación económica y política, sino de abandonar el tren sin chofer que va camino a colisionar.
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