martes, 31 de marzo de 2020

Miyazaki y su himno al vuelo





La despedida de Miyazaki no pudo ser mejor. Esta animación del maestro japonés, muy poco reconocida por la crítica y por la gente en particular, presenta la vida de Jiro Horikoshi, creador del avión caza "Zero" usado para el ataque de Pearl Harbor. Una obra maravillosa, por su paisajismo, por su tremendo compromiso con la vida, y una banda sonora impecable. No faltaron los bocados de la literatura como los versos de Válery, una historia de amor en medio de una inminente segunda guerra mundial, y hasta una reminiscencia de la montaña mágica de Mann. Pero una de las cosas que guardo para siempre de este obra, es el viento como símbolo del azar, como conducto impredecible de los sueños, que puede ser capaz de llevarlos a lugares insospechados (a veces no queridos). Jiro soñó crear aviones hermosos, pero nunca se imaginó que sus creaciones serían luego parte de los kamikazes que terminarían estrellándose en sus objetivos. Crear algo para que se destruya no tiene sentido alguno, pero la creación puede subordinarse a los vientos de la época, y ahí radica lo mejor del tacto de Miyazaki según entiendo; el imperialismo japonés terminó subordinando los sueños de un hombre que solo quería hacer volar aviones de papel.


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