Esta afamada película de Stanley Kramer (1960) hay que verla por varios motivos. Uno de ellos, por la empresa de llevar al cine uno de los juicios más importantes del siglo y que puso al borde del knock out a la mismísima religión (un docente yanqui fue llevado a juicio por enseñar el evolucionismo). Otro, por la impecable actuación de Spencer Tracy, haciendo el papel del defensor de la ciencia y, específicamente, del influyente abogado Clarence Darrow que supo defender a los obreros norteamericanos de los comienzos del siglo XX. Quizás el motivo más importante sea el de las lecciones políticas del film, que aprovecha este fascinante debate socrático en los estrados judiciales como escenario de un eje que cruza toda la película: las elecciones. "Herederás el viento" si es que no tenés la casa en orden (como expresa la biblia) es la máxima de la política burguesa, que como lo muestra Kramer, solo está preocupada de robustecer la retórica para las masas, más que darle sentido a sus propuestas. Obsérvese cómo la gente más que religiosa, es considerada aplaudidora de los sermones (un gesto magistral del director para denunciar al populismo).
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