Chaplin nos dejó sus "Tiempos modernos", Fritz Lang nos legó su "Metropolis", y Manuel Maples Arce hizo lo mismo con su "Vrbe: Súper poema bolchevique en cinco cantos ". Este es el primer poema mexicano dedicado a la ciudad como entidad. El estridentismo con Maples se vuelve crudamente político debido a los vientos de la revolución rusa que llegan a la región. Aquí una parte de una obra maestra:
I
He aquí mi poema
brutal
y multánime
a la nueva ciudad.
Oh ciudad toda tensa
de cables y de esfuerzos,
sonora toda
de motores y de alas.
Explosión simultánea
de las nuevas teorías,
un poco más allá.
En el plano espacial
De Wirman y de Turner
y un poco más acá
de Maples Arce.
Los pulmones de Rusia
soplan hacia nosotros
el viento de la revolución social.
Los asalta braguetas literarios
nada comprenderán
de esta nueva belleza
sudorosa del siglo,
y las lunas
maduras
que cayeron,
son esta podredumbre
que nos llega
de las atarjeas intelectuales.
He aquí mi poema:
Oh ciudad fuerte
y múltiple,
hecha toda de hierro y de acero.
Los muelles. Las dársenas.
las grúas.
Y la fiebre sexual
de las fábricas.
Vrbe:
Escoltas de tranvías
que recorren las calles subversistas.
Los escaparates asaltan las aceras,
y el sol, saquea Ias avenidas.
Al márgen de los días
tarifados de postes telefónicos
desfilan paisajes momentáneos
por sistemas de tubos ascensores.
Súbitamente,
oh el fogonazo
verde de sus ojos.
Bajo las persianas ingenuas de la hora
pasan los barallones rojos.
El romanticismo caníbal de la música yanke
ha ido haciendo sus nidos en los mástiles.
Oh ciudad internacional.
¿hacia qué remoto meridiano
cortó aquel trasatlántico?
Yo siento que se aleja todo.
Los crepúsculos ajados
flotan entre la mampostería del panorama.
Trenes espectrales que van
hacia allá
lejos, jadeantes de civilizaciones.
La multitud desencajada
chapotea musicalmente en las calles.
Y ahora, los burgueses ladrones, se echarán a temblar
por los caudales
que robaron al pueblo,
pero alguien ocultó bajo sus sueños
el pentagrama espiritual del explosivo.
He aquí mi poema;
Gallardetes de hurras al viento,
cabelleras incendiadas
y mañanas cautivas en los ojos.
Oh ciudad
musical
hecha roda de ritmos mecánicos.
Mañana, quizás.
sólo la lumbre viva de mis versos
alumbrará los horizontes humillados.
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