viernes, 3 de abril de 2020

El mundo de las abejas




El mundo animal ha evolucionado a través de dos troncos, el de los vertebrados (poseen columna vertebral) y el de los artrópodos (no la tienen). El grupo de los vertebrados alcanzó su punto culminante con el hombre, en tanto que el de los artrópodos tiene su expresión superior en los insectos sociales. En estos últimos no existe un aprendizaje adquirido como en el hombre, sino instintos de supervivencia innatos que son extraordinariamente especializados. Sin embargo, la organización de una colmena como un sistema social es mucho más estable y orgánica con la naturaleza que la de su primo lejano, el hombre (que por cierto se está encargando con su “inteligencia” de destruir el planeta). En esta obra está uno de los más poéticos acercamientos a la verdad del mundo (el gran misterio), al amor. Pocos días después del nacimiento de las reinas, y después de su enfrentamiento entre ellas, del que sólo puede quedar una, se produce el vuelo nupcial, única ocasión en que verán la luz del sol para unirse a un puñado de zánganos elegidos ─el resto serán sacrificados por el enjambre porque no aportan nada a la colmena─. A partir de ese momento, si la fecundación ha sido exitosa, los espermatozoides quedan almacenados dentro de la reina, que podrá poner huevos de obreras sin necesidad de volver a ser fecundada por los zánganos. De esos mismos huevos podrán nacer además de obreras nuevas reinas si son alimentadas de forma especial. En caso contrario, de los huevos no fecundados nacerán zánganos que sólo perjudicarán a la colmena y que a corto plazo precipitarán su destrucción. Cuando llega el momento idóneo se produce el traslado del enjambre y la colmena deberá empezar una vez más desde cero, repitiéndose de nuevo el ciclo.
Maeterlinck cree que los poetas son los que mejor están preparados para recibir la verdad y por eso han dispuesto un hogar más acogedor para albergarla, pero esto no quiere decir que sepan la verdad, no, está diciéndonos que aunque no sean capaces de verla con sus ojos, los poetas, por lo menos dirigen su mirada hacia la belleza y la grandiosidad, lugar que sin duda debe ser su morada. Así que si alguna vez te encontrás con un libro que se llama “La vida de las abejas” (ojo que está el de Karl Von Frisch también) no dudes en leerlo, porque es una obra extraordinaria por la combinación poética y científica.

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