viernes, 3 de abril de 2020

Lector para Eco




Mi primer contacto con la teoría fue allá por 1999. "La estructura ausente" fue mi primer libro de Eco, que para un pibe que a los 22 años no había leído teoría literaria como yo, me provocó un sismo cognoscitivo. Puedo afirmar que gracias a ese libro nació mi testarudez por comprender lo que se niega a ser comprendido. De a poco fui descubriendo el mundo denso de la teoría, un espacio lleno de trampas y a veces de nihilismo, pero que una vez superado uno termina en otra dimensión, como si uno hubiera hecho algún tipo de ejercicio que mejora tu condición humana. Sí, uno llega a tener un microscopio o un telescopio para ver el mundo y eso te pone en mejores condiciones para poder interferir en la realidad. Tomé el gusto, entonces, por los tratados y por las hipótesis. Desde Eco supe que la literatura y la crítica literaria van de la mano, son complementarios, y que ninguna de las dos puede vanagloriarse de su preeminencia sobre la otra. Luego siguieron el Tratado de Semiótica General, El nombre de la Rosa, pero el libro que de alguna manera me parece más importante de este semiólogo es Lector in Fábula, obra que nos coloca a los lectores como coautores (nos da un lugar importante en la construcción del sentido) y que hace que el texto (no la obra) sea tomado como un trabajo y no como un objeto dado. Gracias Eco por haberme ayudado a encontrar mi lugar y mi responsabilidad en la cultura.

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