Poco importa si el Quijote tuvo o no existencia física; a los que tuvimos la suerte de conocerlo, sus huesos nos tienen sin cuidado. No porque no nos importe su "humanidad", sino porque el Quijote anda incansablemente repitiendo sus andanzas por la eternidad, desprendido de esos huesos desde su nacimiento con la primera publicación. La literatura nunca será historia, aunque en sus oraciones se escriban mares de hechos realísticos, aunque se la trate de usar para fines historicistas. La literatura hace rato se escapó del hombre de carne y hueso, ahora es parte del mundo libre de las ideas.
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