Si una cosa aprendí de Pink Floyd es la furtiva crítica al fanatismo que nos permite mantenernos enteros para apreciar una obra de arte. Este último disco (acabo de escucharlo completo) de la banda es simplemente un intento de vender un disco a los "fans", pasando por alto el valor conceptual que supo obtener Pink Floyd. Por ahí leí que las metáforas pueden volverse en contra, y aquel escupitajo de Roger Waters a un fans y que dio origen a su obra maestra "The Wall", hoy vuelve, pero de la tribuna (pido perdón a los fans)
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