La única vez que pisé el estadio de River Plate fue hace 25 años, casi terminando el secundario. Supe mucho más tarde que en una historieta muy conocida, un tal Oesterheld usó ese mismo estadio para escenificar una alucinación masiva (una batalla entre la resistencia humana y los cascarudos extraterrestres) producto de un arma sofisticada. La comparación no es de las mejores, pero estas imágenes pueden acercar algunas pistas de lo que sentimos los miles que estuvimos alucinando luego de que aquella Cobra de metal le diera paso a la banda que se ganó el corazón de muchos. Advierto que no siendo Rollinga, las palabras anteriores recobran la objetividad.
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